La pieza en la que la que debe inducirse la corriente durante el calentamiento inductivo no puede considerarse realmente un componente de la maquinaria de inducción (en este caso la analogía solo es adecuada hasta cierto punto). Más bien se trata de la pieza de trabajo que se debe calentar, templar, soldar o fundir.
El campo magnético penetra en la pieza de trabajo a una profundidad que depende del material, de la temperatura y de la frecuencia de corriente de excitación. Dado que el material y la temperatura deseada del componente para un proceso concreto ya vienen determinadas, la frecuencia es la forma de controlar la profundidad. Cuanto mayor sea, menos penetra el campo y, por consiguiente, la corriente y la potencia inducidas en la pieza de trabajo. Así, la parte exterior se calienta primero y después el calor fluye hacia el interior debido a la diferencia de temperatura respecto al centro. Cuanto menor sea la frecuencia seleccionada, el campo penetrará a mayor profundidad y más calor se generará directamente.
Este efecto se aprovecha para diversas estrategias de calentamiento, en función de los requisitos del componente. Si solo se debe calentar la zona de los bordes de un componente, se caliente a alta frecuencia durante poco tiempo con una gran densidad de potencia (imagen de la izquierda). Si se debe calentar con la mayor uniformidad posible, la frecuencia y la densidad de potencia son menores y lleva un poco más de tiempo (imagen de la derecha).